
Vivir con propósito es la manera más eficaz de alcanzar aquello que deseas y tener éxito en lo que te propongas; sin embargo, antes que esto, vivir con propósito es la cumbre de todos los logros en sí mismo y más allá de cualquier resultado.
Esto es así porque vivir con propósito nos coloca aquí y ahora con todo el sabor de aquello que es realmente valioso en nuestras vidas; este registro permanente nos atraviesa y enciende para consumir plenamente cada instante. Nos hace disfrutar el viaje, nos mantiene atentos a las oportunidades, canaliza nuestra energía como un láser, nos alienta a mejorar nuestras habilidades y a superar nuestras debilidades.
El arte de vivir con propósito pone en evidencia la estrecha colaboración entre la mente y el corazón, desplegando ante nuestros ojos nuestro camino inevitable. Reflexionamos nuestros movimientos, la inteligencia del corazón nos dice claramente cuáles son los adecuados y todo nuestro ser se dispone para hacer aquello que está alineado con nuestro propósito. ¡Es la manifestación de una vida plena!
Ventajas de vivir con propósito
Hay que pasar de la fábrica de profesionales con títulos a seres humanos con propósito que puedan contribuir en su máxima capacidad, desde su intuición y vocación, con total libertad y oportunidad para crear el mundo que queremos.
Joanna Prieto / www.joannaprieto.com
La revelación del propósito nos induce a vivir con plena consciencia e intención en lo que hacemos; a veces es al revés y la determinación a vivir con plena consciencia e intención revela el propósito de nuestras vidas. Como sea, estas emociones, son formas muy poderosas de transitar esta vida.
Y no siempre es un evento alegre, amoroso o color de rosa. En mi camino personal, el propósito llegó a través del dolor: yo era un joven ambicioso que tenía una mirada corriente del éxito y quería dinero y poder. ¿Para qué? ¡Dinero y poder! Eso es todo, era un fin en sí mismo. Estudiaba, trabajaba y me relacionaba simplemente para tener dinero y poder. Algún día sería feliz con dinero y poder mientras sacrificaba mi presente en la carrera del conejo.
Una crisis brutal de esclerosis múltiple me dejó definitivamente fuera de esa carrera enloquecida a los 21 años. Problemas en la vista se sumaban a una hipoacusia previa que ya indicaba problemas neurológicos, dificultades para caminar, problemas cognitivos…
Toda mi energía existencial tuvo que necesariamente volcarse a sostener mis procesos vitales. Por supuesto, eso ocurrió a partir de una decisión fundamental: en medio de aquella crisis total, contra todo pronóstico y la suma de más dificultades de las que podría haber imaginado, elegí vivir.
Por aquel entonces yo estudiaba, además de derecho, comercio exterior, marketing y publicidad, Programación Neurolingüística (PNL); uno de los principios de la PNL reza:
Si haces lo que siempre haz hecho, obtendrás siempre los mismos resultados.
Objetivamente podía observar que aquellas personas que seguían el camino convencional de la medicina, iban para atrás en la mayoría de los casos y, como no quería obtener esos pobres resultados, decidí asumir el riesgo y tomar otros caminos.
Cambié el fracaso seguro, tal como también lo venía experimentando en mi propia vida, por la incertidumbre de otro camino desconocido. Y así fue como me involucré en la medicina natural.
¡No ha sido ni fácil ni milagroso! Pero aquí estoy vivo y mucho mejor que hace más de tres décadas. Mi propósito en la vida ya no es solamente vivir (aunque de veras siento una gratitud infinita por ello y con frecuencia cotidiana no puedo creer que lo esté), sino crear salud y difundir conocimientos para que más y más gente haga lo mismo en un mundo cada vez más enfermo y dependiente de fármacos de dudosa eficacia, altamente tóxicos y con efectos iatrogénicos crecientes.
Ha sido un largo camino, desafiante, por cierto, y lleno de realizaciones propias de vivir con propósito.
Veamos, a continuación, que suele ocurrir cuando somos conscientes y vivimos intencionalmente de acuerdo a aquello que es verdaderamente importante en nuestras vidas.
Decisiones inteligentes
Cuando comenzamos a vivir con propósito, de forma natural y espontánea, comenzamos a tomar decisiones inteligentes.
¿Y qué es una decisión inteligente? Es aquella que te vuelve consciente de quién eres realmente, que te guía por los senderos que te conectan con la realización interior inmediata, que te permiten estar atento a tu horizonte mientras que disfrutas el aquí y el ahora con plenitud. Dejas de sentir que “cuando logres algo serás feliz”, simplemente porque el camino es la felicidad y sabes que te llevará por experiencias de más y más realización.
… bueno, somos humanos y a veces nos desviamos o nos salimos del sendero y nos perdemos. Al menos en mi experiencia personal ha sido así. Sin embargo, las señales y las luces que nos guían son tan fuertes y tan intensas, que rápidamente volvemos a él con mayor rapidez y habilidad creciente.
Las personas con propósito inevitablemente mantienen su intención vital a la vista y no suelen tener interés en las distracciones; cuando se presenta algo que no está en línea con su propósito vital, evitan el compromiso. El paso que tienes por delante es un atractivo demasiado fascinante como para no estar ahí; sabes que al darlo toda tu visión cobrará una nueva perspectiva y poderosos estímulos alentarán los siguientes.
Claridad de visión
Cuando te inspiras en un gran propósito, algún proyecto extraordinario, todos tus pensamientos rompen sus ataduras: tu mente trasciende sus limitaciones, tu conciencia se expande en todas direcciones y te encuentras en un mundo nuevo, grande y maravilloso. Tus fuerzas, facultades y talentos latentes cobran vida, y descubres que eres una persona mucho más grande de lo que nunca soñaste ser.
Patañjali -200 – -150 a.C.
Vivir con propósito facilita que tengamos una visión clara de aquello que de verdad importa y nos mantiene fieles a nosotros mismos. Entiendes que, con frecuencia, las cosas valiosas toman tiempo y, en tanto, disfrutas el proceso que te lleva a tu destino.
En lugar de quejarte por el esfuerzo o los sacrificios que debes hacer en el camino, expresas tu gratitud por la oportunidad de hacer lo necesario para llegar a donde pretendes ir. ¡La gratitud es la moneda de cambio de los prósperos!
Objetivos inteligentes
Todo el mundo tiene objetivos, pero la razón por la que algunas personas tienen éxito en alcanzarlos, mientras que otras no, es que las primeras comprenden la importancia de establecer objetivos inteligentes.
Una vida con propósito te permite establecer objetivos inteligentes porque tu plan de acción está claramente determinado por lo que deseas lograr al final mientras disfrutas el camino; una forma muy práctica de hacerlo es dividir los objetivos más grandes en otros más pequeños en los que puedas trabajar a diario sin perder de vista tus metas vitales.
Te preguntas: “¿Qué pequeño paso puedo dar en este momento que me acercará hoy un poco más a mi objetivo de lo que estaba ayer?” Vivir con propósito te ayuda a darte cuenta de la importancia de los pequeños pasos que marcan una gran diferencia a largo plazo y te mantienen avanzando; esto ocurre porque estás más conectado con tu estado presente y tu estado futuro, teniendo permanentemente a la vista las referencias de tu viaje.
Vivir con propósito y enfocado en los objetivos inteligentes, también te alejan definitivamente de la sensación de impotencia, pues, sin importar que área estés trabajando, siempre encontrarás algo que hacer, por insignificante que parezca, que nos acerque un poco más a nuestras metas. ¿Si o no? El escenario de completa impotencia no existe; bueno, salvo que estés muerto, pero no lo puedo asegurar porque no recuerdo haber estado por allí.
Motivación permanente
La motivación es el motor de nuestra existencia, ella nos brinda el poder de hacer que actuemos aun cuando las probabilidades parecen estar en nuestra contra y nos ayuda a mantener el foco en las cosas importantes que tienen un impacto determinante en nuestro desarrollo, crecimiento y bienestar.
La motivación es la que nos mantiene pensando “¿Qué puedo hacer a continuación?” “¿Cuál es la mejor manera de manejar esto?”, en lugar de “Esto puede fallar, así que, ¿por qué actuar?”
Cuando uno conoce su propósito y llega a vivir intencionalmente, sabe que hasta fracasar por ello vale la pena: se capitaliza como aprendizaje y experiencia para hacerlo mejor al siguiente intento.
La motivación permanente es el fruto espontáneo de una vida con propósito; nuestra atención estará puesta en nuestras habilidades, el cambio que deseas y lo que esperas lograr; una de las principales ventajas de esta forma de vivir es que permaneces motivado para seguir moviéndote, seguir intentándolo y seguir creyendo.
Asumir riesgos
“Esto puede no resultar de la manera que estoy esperando” “Esto puede ser un riesgo demasiado grande para mí” son palabras y pensamientos que te impiden tomar grandes riesgos. ¿Y porqué nos atrae tanto tomar riesgos? Bueno, simplemente porque riesgo implica una apuesta que representa el mejor resultado potencial. Y también la posibilidad de perderlo todo o quedar en una situación más desventajosa de la que tenemos.
Creo que, en la vida, una de las distinciones más valiosas es descubrir cuando, como y porqué vale la pena tomar riesgos que tienen el potencial de cambiar nuestra vida. No digo que arriesgues tu dinero en una ficha en el casino o una partida de poker, personalmente creo que eso es una estupidez propia de gente que no asume la responsabilidad de su vida y se niega a hacerse cargo de los resultados que genera. Si un día quieres divertirte apostando, hazlo con un dinero que te sobre. ¡Y si ganas mucho mejor!
Sin embargo, la única forma de avanzar y vivir la vida que deseas, es aprendiendo a tomar riesgos. Grande o pequeño. Se trata de ser fuerte y audaz como para asumir riesgos con inteligencia; esto implica preparación y dedicación personal para hacer nuestra jugada de la mejor manera posible.
Vivir con propósito nos ilumina el camino ayudándonos a reconocer riesgos valiosos que afectarán nuestra vida positivamente, a vivir confiando en nuestros potenciales, aprendiendo de nuestros errores y capitalizando con plenitud nuestros éxitos.
Pablo de la Iglesia