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Budín de mandarina saludable

Budín de mandarina saludable

Hoy he seleccionado una receta repostera, integral y sin gluten, elaborada por mi amigo Pablo Martín: budín de mandarina saludable en licuadora. 

Si estás buscando mejorar tu alimentación, esta puede ser una excelente idea.

Receta de budín de mandarina saludable

Esta receta súper fácil se prepara con solo 6 ingredientes:

  • 3 mandarinas
  • Agua, c/n
  • 1 taza de azúcar orgánico
  • 1/2 taza de aceite
  • 3 tazas de harina integral
  • 2 cditas. de polvo de hornear
  • 3 cdas. de harina de lino

Esta receta de budín de mandarina saludable es económica, la preparas en un ratito y es buena para ti. ¡Mastica bien y come con moderación! Eso no es negociable. 

Variantes del budín de mandarina saludable

También puedes cambiar la harina de trigo integral por harina de trigo sarraceno integral, en especial si eres celíaco o intolerante al gluten. O incluso, mejor aún, procesar el grano de trigo sarraceno o mijo cocido en lugar de la harina de trigo (toda o una parte). Yo no soy un cocinero experto, ni siquiera fan de la cocina, pero me gusta comer sano y rico,  he probado estas variantes y salen bien.

Incluso, si deseas bajar el uso de azúcar integral, puedes utilizar una infusión de estevia en lugar de solo agua.

Un poco de azúcar integral está ok en ocasiones especiales si lo deseas, pero siempre es conveniente mantenerla en niveles bajos; te recomiendo el artículo ¿Qué es el azúcar añadido?

Bien, Pablo Martín nos brinda el conocimiento de base; cuando lo domines, puedes probar con estas ideas para hacer tus propias creaciones de budín de mandarina saludable.

¿Y con qué lo acompañas? ¡Con té verde! Un verdadero aliado de nuestro bienestar, sobre todo si quieres Perder peso con té verde.

¿Quieres mejorar tu técnica culinaria?

¡A propósito! Si te has quedado con ganas de más y deseas aprender el paso a paso con más detalle, Pablo tiene unos cursos muy buenos, que van al grano y están a punto. ¡Y también son gluten free! 

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¡Nos vemos pronto! Procura hacerlo un poquito mejor cada día.

Pablo de la Iglesia

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Perder peso con té verde

Perder peso con té verde

Perder peso con té verde es una alternativa muy difundida entre quienes procuran aplicar los mejores recursos de la medicina natural e incluso entre los curiosos y amantes de sabores y tradiciones.

El té verde es una opción saludable y económica de marcar una diferencia a favor de nuestro bienestar, no solo para perder peso sino también como antioxidante, impulso de la inmunidad, prevención del cáncer, alivio de la diabetes, entre muchas otras propiedades. ¡O simplemente para cuidarte mejor!

Muchas personas ahora están recurriendo al té verde, lo importante es que comprendas que no es una solución mágica y es necesario incorporarlo dentro de una estrategia para crear salud. ¡No te conformes solo con perder peso!

Si tan solo buscas la pérdida de peso, probablemente pierdas salud; sin embargo, si haces foco en la salud integral, seguramente alcanzarás tu peso adecuado y lo sostendrás en el tiempo.

Beneficios demostrados del té verde

Entre sus propiedades demostradas, encontramos:

  • Antioxidante
  • Protección y mejora de la función cerebral
  • Mejora del rendimiento físico
  • Pérdida de peso
  • Prevención y tratamiento coadyuvante del cáncer
  • Antibacteriano
  • Antidiabético
  • Protección cardiovascular
  • Promoción la longevidad

Cada una de estas virtudes del té verde, ameritan un artículo especial. ¡Esta infusión es una maravilla!

El té verde incrementa la termogénesis

La vía principal que nos ayuda a perder peso con té verde es la termogénesis.

Primero veamos que es la termogénesis.

Digamos que una buena termogénesis te ayudará a quemar más grasas y perder peso sin hacer un esfuerzo adicional. ¿Y cómo ocurre esto? Simplemente porque el cuerpo genera más calor al aumentar su tasa metabólica.

Hay varias formas de estimular la termogénesis, entre ellos el más obvio y necesario es la actividad física; también los estímulos dietéticos, algunos complementos nutricionales o el frío.

Despejando dudas sobre la seguridad del té verde

¡Esta infusión es una forma muy segura de estimular la termogénesis! Y por lo tanto, un activo en nuestro propósito.

Perder peso con té verde no es una estrategia cerrada y completa, más bien lo debemos ver como un auspicio seguro para potenciar nuestras posibilidades de lograr el objetivo.

Por cada punto de utilidad que aportan las sustancias naturales, surge una maraña de información confusa que las desacreditan. ¡El té verde no ha sido la excepción!

Muchas personas con sobrepeso tienen o están en riesgo de desarrollar hipertensión y problemas cardiovasculares, razón por la cual hay “expertos” que desaconsejan esta maravillosa sustancia.

Sin embargo, el té verde no solo no ejerce presión sobre el sistema cardiovascular, sino que es reconocido por sus propiedades protectoras. ¡Y esto es un hecho!

Eso sí, deberíamos considerar que el té verde contiene cafeína, por lo que es importante eliminar o reducir el café y otras formas de té; al igual que el café, las variedades de té verde descafeinadas no son recomendadas porque los procesos químicos para eliminar la cafeína afectan las propiedades beneficiosas de la planta.

La moderación y la consistencia, constituyen una guía razonable.

Aprovechar la termogénesis para perder peso con té verde

En esencia, hay un patrón general que debemos seguir: consumir menos calorías de las que gastamos. Por supuesto, las calorías no son la respuesta definitiva porque su consumo es relativo a la eficiencia de nuestro metabolismo, en parte debido a la termogénesis. ¿Comprendemos este punto, verdad? ¡De que sirve contar calorías si no nos ocupamos de la puesta a punto de nuestra máquina!

Si tú estás comiendo menos y mejor, a la vez que optimizas un programa de actividad física, el té verde aporta una aceleración suave al consumo calórico de alrededor del 4%. ¡Si estás haciendo las cosas bien, esto es una buena diferencia a medida que pasan los días!

El principio activo al cual se le atribuye el impulso para perder peso con té verde son las catequinas, una variedad de polifenoles.

Los polifenoles son antioxidantes naturales que ayudan a controlar los radicales libres conteniendo los procesos inflamatorios, protegiendo el cerebro y el sistema cardiovascular, estimulando la inmunidad o combatiendo el cáncer.

Y entre los polifenoles destacan las catequinas, un tipo de compuesto fenólico con gran capacidad protectora de las células y cuyo uso se ha estudiado para reducir el daño en el cerebro que a largo plazo puede provocar Alzheimer, Parkinson o demencia, en especial del provocado por metales pesados o exceso de hierro y cobre.

Además del té verde, podemos encontrar catequinas en manzanas, frutos rojos -arándanos, frambuesas, cerezas-, peras o cacao amargo.

Otras formas de aumentar la termogénesis

Menciono otras formas de aumentar la termogénesis de forma natural:

  • Agua caliente con limón en ayunas. El agua caliente con jugo de limón, y si quieres más potencia un poco de jengibre, antes de desayuno, fomenta la termogénesis, impulsa la desintoxicación y mejora las digestiones. Esta opción te brinda juego sinérgico con el té verde, complementándola con dos o tres tomas diarias de la infusión; también puedes preparar el té verde con limón y jengibre.
  • Especias picantes. Cayena, jengibre, pimienta o canela, inducen el proceso termogénico gracias a la un fitoquímico conocido como capsaicina.

Cómo consumir té verde

El consumo habitual es entre una y tres tazas de té verde.

Puedes comenzar con una durante dos o tres días si es la primera vez que lo consumes, luego aumentar a dos durante un periodo equivalente y finalmente, sostener su consumo en tres tazas durante veintiún días.

Al cabo de los cuales puedes descansar una semana y retomar si lo consideras necesario. También, si has alcanzado tu objetivo, puedes incorporar una taza de mantenimiento y/o haces foco en otros estímulos saludables.

Debes aplicar la regla de consistencia para que el té verde tenga la fuerza y el tiempo para generar un impacto notable; y también la flexibilidad para sostener el estímulo con variables que amplíen el rango de acción. Son sutilezas que, si estás sensible a lo que ocurre en tu cuerpo, las notarás y te irán guiando en la perfección de tu estrategia de salud.

También, puedes recurrir a un complemento. Estos tienen la ventaja de la comodidad y la estandarización de los principios activos; en este caso vamos a buscar un extracto de té verde que esté titulado al 50% de polifenoles; seguiremos las instrucciones del fabricante para su consumo aunque a modo de orientación, para un comprimido o cápsula de 400mg se suelen recomendar dos al día.

Continúa perfeccionando la estrategia

Si deseas seguir sumando recursos que auspicien el éxito en tu programa para perder peso con té verde, considera la importancia de evitar el azúcar añadido.

Pablo de la Iglesia

Bibliografía
Álvarez, Laura. Cómo cura el té verde. (2018) Integral.
Hermida, Álvaro. EGCG: los beneficios de las catequinas del té verde. (09/2019). Alimente / El Confidencial.
Luis, D.A. de y Allerr, R. Papel de los flavonoides del té en la protección cardiovascular. An. Med. Interna (Madrid) [online]. 2008, vol.25, n.3 [citado 2021-06-12], pp.105-107. ISSN 0212-7199.
Munson, Marty. Perder peso: toda la verdad sobre el té verde y si ayuda a adelgazar. (01/2021) Revista Men’s Health.
Stevens, Neil. El té verde. (2000) Sirio.

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Inmunidad natural y salud intestinal

Inmunidad natural y salud intestinal

Inmunidad natural y salud intestinal configuran un estrecho vínculo sinérgico para las defensas de nuestro organismo. 

La respuesta inmunitaria del cuerpo a cualquier agente patógeno potencialmente causante de una infección, dependerá en gran medida del estado de nuestra microbiota.

Si nuestra microbiota es saludable y equilibrada, nuestras defensas no solo responderán más rápidamente, sino también en forma más armoniosa reduciendo el riesgo de alergias y reacciones autoinmunes.

Por otra parte, si la microbiota está enferma y desequilibrada, inmunidad natural y salud intestinal no ejecutarán la perfecta sinfonía que nos mantiene sanos con tanta eficiencia la mayor parte del tiempo; esto implica una respuesta inmunitaria más lenta y desordenada que se va traduciendo en procesos de inflamación crónica de bajo grado, mayor susceptibilidad a infecciones virales o enfermedades graves como el cáncer y trastornos autoinmunes.

En todo momento, y más aún en épocas de epidemias infecciosas o épocas en que las infecciones ocurren con más frecuencia, es auspicioso mantener una microbiota saludable; hoy día, tomar medidas correctivas o protectoras de la salud intestinal, se ha vuelto un eje esencial de cualquier estrategia de salud seriamente planteada.

Realmente, si el intestino está mal, todo está mal en nuestro organismo, pero muy especialmente nuestras fuerzas defensivas se verán muy debilitadas.

Eje de inmunidad natural y salud intestinal

Un punto clave es que la mayoría de las células inmunológicas se encuentran asociadas al tejido intestinal; el Dr. Robert G. Silverman, autor del libro Inside-Out Health: A Revolutionary Approach to Your Body, lo expresa de la siguiente manera:

La diafonía entre la microbiota intestinal y el sistema inmunológico es constante y fundamental para montar una defensa inmunitaria eficaz. Entre el 70 y el 80 por ciento de todas las células inmunes se encuentran en el tejido linfoide asociado al intestino (GALT) que rodea los intestinos. Cuando el GALT se ve comprometido, todo el sistema inmunológico se debilita.

El sistema inmunológico intestinal puede distinguir entre la amplia y cambiante gama de microbios inofensivos dentro del intestino y patógenos. Esta constante y delicada homeostasis inmunológica se altera cuando los antibióticos, la mala alimentación, la falta de ejercicio y otros factores nocivos, como las toxinas ambientales, alteran el equilibrio de las bacterias intestinales y provocan disbiosis.

En la disbiosis, el GALT se estimula continuamente para producir células inmunes y respuesta inflamatoria. Cuando la disbiosis continúa, la barrera epitelial intestinal puede volverse permeable; el paciente ahora tiene un síndrome del intestino permeable. Las bacterias, los subproductos de degradación y metabolismo bacteriano y las partículas grandes de alimentos no digeridos pueden escapar del intestino y entrar en la circulación a través de uniones estrechas que se abren demasiado. El resultado es una mayor activación inmunitaria, así como una inflamación localizada y sistémica, generalmente junto con otros síntomas de disbiosis como gases, distensión abdominal, diarrea y confusión mental.

Intestino permeable

Las membranas intestinales permiten el paso de nutrientes que provienen de la dieta e impiden el de sustancias tóxicas y microorganismos que tienen capacidad de hacer daño; esta respuesta hace las veces de soporte nutricional e inmunológico.

Cuando nuestros hábitos se alejan de nuestras necesidades fisiológicas, en especial en lo referente a la alimentación, la permeabilidad intestinal se ve alterada por exceso y por defecto, creando un ambiente para el desarrollo desequilibrios y patologías  intestinales. 

Cuando se produce un incremento de la permeabilidad intestinal, suele deberse a infecciones intestinales, consumo de alimentos alergénicos, alcohol, antibióticos, quimioterapia, radioterapia o alteraciones de la flora intestinal; habitualmente es un mix de factores que fueron predisponiendo este proceso degenerativo.

En naturopatía no nos interesa tanto si es primero el huevo o la gallina, sino más bien abordarlos a todos para restaurar cuanto antes la función barrera del intestino supone y evitar el paso de sustancias no deseadas que pueden ocasionar alteraciones inflamatorias e inmunitarias crónicas.

Causas del intestino permeable

Quien desee abordar la restauración de la óptima permeabilidad para equilibrar el eje inmunidad natural y salud intestinal, debe conocer sus causas y corregirlas:

Mala alimentación

La incidencia del intestino permeable viene en aumento en las últimas décadas en forma directamente proporcional a la cantidad de alimentos ultraprocesados en nuestra dieta.

Lamentablemente, tampoco es un tema que se aborde consistentemente en el marco de la medicina alopática y mucha gente sufre malestares que podrían resolverse con modificaciones en el estilo de vida y la alimentación; el eje de inmunidad natural y salud intestinal requiere necesariamente este abordaje.

Las dietas pobres en fibra demandan una corrección indispensable procurando, al menos, las cinco raciones de frutas y verduras, granos integrales y algo de legumbres.

Otra necesidad son los alimentos fermentados que aporten bacterias saludables, siendo preferibles chucrut, kimchi, kéfir, shoyu, miso, entre otros.

Así mismo hay que controlar el exceso de proteínas animales, grasas vegetales industrializadas, edulcorantes artificiales y azúcar añadido.

De interés: ¿Qué es el azúcar añadido?

Estrés

El estrés sostenido genera una disrupción en la comunicación entre cerebro e intestino, alterando el buen funcionamiento de la microbiota e incluso predisponiendo a la permeabilidad intestinal.

Infecciones

La disbiosis y la permeabilidad intestinal predisponen a infecciones y las infecciones generan más disbiosis y permeabilidad intestinal; un círculo vicioso que hay que romper con una estrategia que fortalezca todas las variables. 

Ácido clorhídrico insuficiente

La producción insuficiente de ácido clorhídrico (HCL) en el estómago se conoce como hipoclorhidria; se manifiesta con la aparición de algunos síntomas como náuseas, eructos, hinchazón, molestia abdominal y deficiencias nutritivas.

La gastritis crónica es la causa más frecuente de la hipoclorhidria y esta es más corriente en personas por encima de 65 años que consumen antiácidos o medicamentos para el reflujo en forma regular, que se han sometido a cirugías en el estómago recientemente o que padecen una infección bacteriana por Helicobacter pylori.

Una consecuencia de la hipoclorhidria es que impide la formación de bilis, la cual actúa como antibiótico y antiparasitario, amen de ser importante para una buena digestión.

Atender a este proceso también ayuda a fortalecer la sinergia entre la inmunidad natural y salud intestinal.

Falta de descanso

Dormir de forma insuficiente o con mala calidad de descanso, estimula la liberación de cortisol; lo mismo que ocurre con el estrés sostenido.

Su exceso favorece pérdida del colágeno de las vellosidades intestinales, causando una mala absorción de nutrientes, con consecuencias que variarán en función de cada escenario.

Las plantas tranquilizantes son un gran aliado para corregir este aspecto; entre ellas citamos valeriana, tilo, melisa, lúpulo, etc.

Abuso de fármacos

¿Sabes cual es la tercera causa de muerte en EE UU y Europa? ¡Los fármacos! Se trata de sustancias muy útiles, pero la presión de la industria ha provocado una medicalización de la sociedad llevando a abusos que suelen hacer que los beneficios sean superados por los daños.

Antiinflamatorios, aspirinas, corticoides y antibióticos impactan dañando la mucosa intestinal y alterando la microbiota, predisponiendo a la permeabilidad y favoreciendo la inflamación crónica de bajo grado. 

Por supuesto, a veces cumplen un papel muy importante, pero muchas veces se prescriben sin necesidad o pueden ser reemplazados por sustancias inocuas.

Cómo curar el intestino permeable

Más allá de una buena alimentación, cuyos parámetros están definidos, un suplemento de glutamina es un paso adelante para regenerar el intestino.

Las enzimas digestivas como la papaína o bromelina, presentes en la piña y la papaya, ayudan a mejorar la digestión, en especial de las proteínas.

El consumo de un complemento de betaína antes de las comidas, ayudará en los casos de hipoclorhidria.

Muchas veces los fármacos pueden reemplazarse por complementos nutricionales. Por ejemplo, propóleo, aceite de orégano o tea tree, plata coloidal, entre otros, pueden sustituir o reducir el consumo de antibióticos. Cúrcuma, jengibre o harpagofito, ayudan a reemplazar corticoides y antiinflamatorios.

Finalmente, y apuntando más allá de la restauración del intestino permeable, hay que volver a equilibrar la microbiota, valiéndonos de alimentos fermentados y probióticos; llegado este punto es cuando las defensas comienzan a recuperar su eficiencia potencial y nos protegen efectivamente.

Naturalmente, la intervención del médico tratante y un profesional de salud integrativa, son muy importantes en estos casos. No hay soluciones mágicas para restituir el perfecto funcionamiento del eje inmunidad natural y salud intestinal, pero sumando auspicios esto es posible.

Hacerlo mejor desde ahora

La comprensión que hoy tenemos sobre el vínculo inmunidad natural y salud intestinal nos brinda una gran cantidad de conocimientos y acceso a recursos que pueden contribuir notablemente a que nuestra predisposición a enfermarnos disminuya de forma radical.

Lamentablemente, de acuerdo a las estadísticas generales, la mayoría de la gente opta por formas de alimentación y estilos de vida que debilitan tanto la inmunidad natural como la salud intestinal. ¡Pero está en nuestras manos! Todo puede empezar a cambiar en nuestra siguiente elección.

Pablo de la Iglesia

Bibliografía
Bezerra, Clarisse. Hipoclorhidria: qué es, síntomas y tratamiento. Tu Saúde.
Castillo, Lorena. Seis factores que causan intestino permeable. Keval+
Gómez S., Silvia. Permeabilidad intestinal. Top Doctors.
Silverman, Robert. Inside-Out Health: A Revolutionary Approach to Your body.
Silverman, Robert. The gut’s role in viral immunity. Integrative Practitioner.

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¿Qué es el azúcar añadido?

¿Qué es el azúcar añadido?

Saber que es el azúcar añadido nos ayudará a evitarlo, al menos a ser consciente de él y reducir su nocivo consumo.

El azúcar en nuestros alimentos puede ser natural o añadido; la diferencia es simple pero veamos bien de que se trata para que no queden dudas.

El azúcar natural se presenta en la fruta en forma de fructosa y glucosa o en la leche en forma de lactosa; no están solos, sino que vienen integrados al alimento junto con fibras, enzimas y todos los macro y micronutrientes presentes en el alimento.

El azúcar añadido son los azúcares simples y los jarabes que se agregan durante la preparación artesanal o industrial, así como los que se agregan en el momento de consumirlos.

Golosinas, panificados, galletitas, refrescos y zumos industrializados, postres, helados, yogures… son los alimentos donde abunda el azúcar agregado con el agravante, que en general viene acompañado de otros carbohidratos densos provenientes de harinas refinadas.

Un dato importante: nuestro organismo NO necesita azúcar añadido para funcionar correctamente. El azúcar añadido aporta únicamente calorías vacías que generan desequilibrios como aumento de peso, alteraciones lipídicas, trastornos glucémicos, parasitosis, candidiasis y predisposición a las adicciones.

¿Revisar las etiquetas? ¡Mejor alimentos reales sin etiquetas!

Sin un etiquetado claro en la información nutricional, la referencia a los azúcares considerará tanto el azúcar natural como el añadido como gramos totales de azúcar. ¡Y ojo! Un alimento que no lleve azúcar añadido no necesariamente es más saludable, puede ser más rico en carbohidratos provenientes de harinas refinadas y endulzados artificialmente. Menos azúcar añadido no quiere decir más sano, incluso puede ser peor; pero es uno de los puntos de referencia que debemos comprender para hacer mejores elecciones alimentarias.

Un gramo contiene cuatro calorías, por lo que, si un producto tiene 15 gramos de azúcar por ración, son 60 calorías solo en términos de azúcar, sin contar los demás ingredientes.

Para saber si un alimento procesado contiene azúcares añadidos, debe consultar la lista de ingredientes. El azúcar tiene muchos nombres distintos. Además de los que terminan en “-osa”, como maltosa o sacarosa, entre otros nombres de azúcar se incluyen jarabe de maíz con alto contenido en fructosa, melazas, azúcar de caña, edulcorante de maíz, azúcar moreno natural, jarabe, miel o jugo de fruta concentrado.

A veces no es necesario saber que es el azúcar añadido o cuanto contiene, simplemente tenemos que hacer foco en limitar el consumo de alimentos con grandes cantidades de azúcares añadidos, como las bebidas azucaradas. Solamente una lata de refresco normal de 30 cl (12 oz) contiene ocho cucharaditas de azúcar, 130 calorías, nada de valor nutricional y un montón de sustancias tóxicas que queremos evitar. 

Si optamos por alimentos reales, -frescos, vivos e integrales, como frutas y verduras frescas, granos, legumbres, semillas, carnes, huevos… alimentos sin procesar, ni siquiera tenemos que estar pensando que es el azúcar añadido. Tema resuelto.

Ahora que sabes que es el azúcar añadido…

La American Heart Association (AHA) recomienda limitar la cantidad de azúcares añadidos a no más de la mitad de las calorías dispensables diariamente. ¡Y esto sigue siendo mucho, si me permites la opinión!

En términos prácticos, para la mayoría de las mujeres no son más de 100 calorías al día, o unas 6 cucharaditas de azúcar en total.

Para los hombres, son 150 calorías al día o alrededor de 9 cucharaditas.

Estas recomendaciones contemplan todos los azúcares añadidos, sin separar ningún tipo concreto: jarabe de maíz con alto contenido de fructosa, sacarosa, miel, jugos concentrados…

… bueno, sin duda hay que reducir el azúcar añadido, pero, además, lo poco que consumamos debe ser preferentemente de sus mejores fuentes, como miel o azúcar integral.

Ampliamos en los siguientes vídeos; también en Azúcar añadido: ¿Cuántas vidas pueden salvarse si lo eliminamos?

Ver en YouTube: https://youtu.be/f-4Rcv6MuMs
Ver en YouTube: https://youtu.be/-q2Y0jRSugw

Ahora que sabes que es el azúcar añadido, procura trabajar para reducirlo o eliminarlo; ten presente que el azúcar es una sustancia adictiva y puede resultar difícil, pero cada paso en la dirección correcta es un paso a favor de tu bienestar.

Pablo de la Iglesia

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Azúcar añadido: eliminarlo para salvar vidas

Azúcar añadido

Todavía hay sectores vinculados a la medicina que defienden el uso de azúcar añadido, en especial en los niños.

Con miles de reportajes financiados por la industria y avalados por reconocidos médicos, se legitima la idea que los niños o los deportistas, al requerir más combustible o energía, necesitan reponer azúcar.

Esta es una verdad a medias y distorsiva, cuyo propósito es poner en la misma bolsa los carbohidratos complejos, las frutas y los granos integrales, con el azúcar refinado o, incluso, las harinas refinadas.

La manipulación, que ha dado sus frutos económicos a costa de la salud, consiste en asimilar el valor de la glucosa como combustible, con el del azúcar añadido; el omnipresente azúcar de mesa común o sacarosa, así como las harinas refinadas no tienen nada que aportarle a nuestra calidad de vida.

Sin embargo, cada vez son más personas informadas que están dejando las fuentes de energía de mala calidad, como el azúcar y las harinas refinadas y optando por frutas, vegetales y granos integrales como fuente de suministro de la glucosa, que es el combustible que utiliza nuestro cuerpo con más facilidad.

La trampa de los ultraprocesados

No es ningún secreto que comer o beber alimentos procesados con demasiada azúcar añadido es una elección poco saludable, sin embargo todavía hay gente que cree que el azúcar es un elemento esencial en la dieta. En especial, insisto, algunos padres que remarcan su importancia para que sus hijos tengan buenos niveles de energía.

Esto, definitivamente no es así y digámoslo claro: en el mejor de los casos es conveniente eliminar el azúcar de la dieta o, eventualmente, reducir su consumo a pequeñas cantidades y optando por sus fuentes más fisiológicas como la miel o el azúcar integral.

Los alimentos y bebidas cargados de azúcar añadido, especialmente los refrescos o gaseosas, se han relacionado con algunas de las enfermedades que más muertes causan en el mundo, tales como obesidad, diabetes tipo 2, enfermedades cardíacas o cáncer. Estas son algunas de las enfermedades potencialmente mortales que pueden atribuirse en gran medida al azúcar.

Consecuencias del azúcar añadido

Observemos estos datos para la población de EE. UU.:

→ Más de dos de cada cinco adultos estadounidenses son obesos.

→ El 10,5% de la población es diabética.

El 34,5% de los adultos tienen prediabetes.

→ Casi la mitad ya padece una enfermedad cardiovascular.

Y esto sin contar el daño que nos hace padecer candidiasis, parasitosis, inflamación crónica de bajo grado, falta de energía y un largo etc.

Los pequeños cambios cuentan y suman

Todas estas condiciones pueden prevenirse en gran medida si optamos por un estilo de vida saludable en el que se enfatice la eliminación del azúcar añadido para obtener el combustible de sus fuentes naturales sin procesar.

Del mismo modo, una vez que se padecen estas enfermedades, todas pueden mejorar o mitigarse con más eficacia si adherimos a un estilo de vida saludable libre de azúcar añadido.

Menos azúcar añadido, más vida

El equipo de investigadores creó un modelo de vanguardia que simuló y cuantificó el impacto que puede tener la reducción de la ingesta de azúcar en la salud y la economía.

Su modelo mostró inequívocamente que si todos elimináramos simplemente el 40% del azúcar de los refrescos que bebemos y un 20% de otros alimentos procesados, en nuestro ciclo vital se podría prevenir solamente en Estados Unidos:

750.000 casos de diabetes.

2,48 millones de eventos de enfermedades cardiovasculares, incluidos accidentes cerebrovasculares, ataques cardíacos y paros cardíacos.

490.000 muertes cardiovasculares.

Beneficios económicos

En relación a la economía, los investigadores estimaron que en solo 10 años de consumir menos azúcar, puede esperarse un ahorro de más de 4.000 millones de dólares en costos de atención médica y de  más de 118.000 millones a lo largo de nuestras vidas.

Un dato de interés es que educar a la población para reducir el consumo de azúcar puede ayudar a reducir  disparidades,  ya que los mayores beneficios se estiman entre los adultos negros e hispanos, y los estadounidenses con ingresos más bajos y menos educación; estas son las poblaciones que consumen más azúcar, la cual daña aún más su salud y su economía.

¿Cómo reducir el consumo de azúcar?

Para quien lleva una alimentación saludable basada en alimentos reales y comida hecha en casa, es tan simple como tener un control del azúcar añadido en todas nuestras comidas, procurando reducirlo y optando por sus mejores fuentes.

También podemos eliminarlo completamente, en especial si tenemos problemas de peso, diabetes, cáncer o trastornos cardiovasculares.

Quienes todavía llevan una alimentación basada en reclamos comerciales y abundante en ultraprocesados, deberían ser los más interesados en cambiar su alimentación hacia un enfoque natural y fisiológico.

Estrategia básica

Como estrategia de mínima, y fundamentalmente por contemplación hacia los intereses de la industria alimentaria, los investigadores recomiendan:

Evitar los refrescos: únicamente con esto ya se reduciría un 40% del consumo de azúcar añadido. Si realmente nos preocupa nuestra salud, idealmente los cambiaremos por agua, jugos vegetales o infusiones, en lugar de refrescos de dieta o bebidas industrializadas.

Optar por la comida casera: los alimentos procesados llevan altos niveles de azúcar, sal, harinas refinadas glutamato, colorantes, conservantes y otros aditivos que no aportan nada y suelen dañar la salud.

Leer las etiquetas: idealmente deberíamos reducir o eliminar el consumo de alimentos con etiquetas y optar por alimentos integrales; eventualmente compraremos algunos alimentos envasados con uno o muy pocos ingredientes, pero es importante leer la etiqueta aún en estos casos porque suelen tener azúcar añadido como conservante o saborizante.

Adquirir nuevos hábitos: podemos optar por endulzar con hojas o infusión de estevia; las frutas o los dátiles pueden funcionar muy bien para este propósito.

Un paso a la vez

Si aún no hemos comenzado nuestra transición hacia un estilo de vida saludable, estos pasos simples pueden resultar abrumadores. Lo importante es comenzar a andar desde donde estamos y dar un paso a la vez; algunos lo harán más lentamente y otros más rápidamente, siempre se trata de ir en la dirección adecuada y no detenerse.

Puedes ver un resumen del contenido en vídeo: https://bit.ly/3BI3y0s

Amplía la información con la lectura de ¿Qué es el azúcar añadido?

Y para ir un paso más allá, también puedes leer En busca de los carbohidratos saludables.

Pablo de la Iglesia

Bibliografía

Informe Nacional de Estadísticas de la Diabetes (2020). Centro para el control y la prevención de las enfermedades.
Reducing sugar in packaged foods can prevent disease in millions (2021). Eureka Alert.
Schmedthorst, Adria. Shocking number of lives could be saved by giving up this one thing. Easy Healthy Options.

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¿¡El pollo «engorda»!?

¿El pollo engorda?

En Argentina, el consumo de carnes, en especial de pollo, aumentó de manera significativa, contribuyendo -sin ninguna duda- al deterioro de la salud en general y al aumento de la obesidad y sobrepeso en particular.

El consumo de pollo aumentó desde 10,9 kg en 1990 a 47 kg en el 2021, los cuales se suman a otro tanto de carne vacuna. ¡Difícilmente una dieta con tantas carnes puede aspirar a saludable! Especialmente porque la mayoría -o la totalidad en la generalidad de los casos- es de producción industrializada a base de fármacos, hacinamiento y explotación animal.

Cuando el consejo era comer pollo

Quienes pintamos unas canas, recordaremos que un buen consejo en aquellos días era reemplazar el históricamente excesivo consumo de carne vacuna en Argentina por algo de pollo. Convengamos que en aquel entonces la vaca y el pollo, poco o mucho, pero caminaban, comían pasto y verdeo y, comparada con la actual, tenían una vida idílica. Con todo, era un excelente consejo: el pollo tiene menos grasa saturada, podemos desgrasarlo con facilidad y aporta una proteína mucho más limpia. ¡Bueno eso era en los tiempos del Génesis antes que el ser humano jugara a ser Dios!

La idea era que los embutidos eran inadecuados para la salud, las carnes rojas como la de vaca o cerdo debían evitarse o moderarse y el pollo o el pescado eran la opción preferente; así el consumo de pollo aumentó mucho, llegando a triplicarse en los Estados Unidos donde hoy es la más elegida. Y digamos que, muy atrasados generalmente, pero las variables de consumo alimentario y sanitario en este país, son seguidas por los argentinos de manera casi calcada.

El pollo engorda, el pollo no engorda

El punto es, que en aquel entonces los pollos comenzaron a ponerse gordos y quienes los consumían también; de aquella carne magra que nos aportaba esta noble ave, a los Frankensteins emplumados que la industria produce a costa de antibióticos, hacinamiento y reducción de costos inmediatos, ¡no quedan ni las plumas!

De acuerdo a una investigación publicada en la revista Nutrition, se examinó el consumo de carne en adultos y se lo comparó a su IMC ; para ofrecer mejores garantías de los resultados, los investigadores crearon controles para otros factores como “edad, ingesta de energía basal total, ingesta de alcohol, consumo de verduras, consumo de frutas, consumo de cereales, nivel de actividad física, fumar, nivel educativo, y hábitos dietéticos en los últimos 5 años”, de tal modo la principal diferencia entre los sujetos del estudio fuera en las clases y cantidades de carnes que consumían.

¿Cuál fue el resultado? El consumo de pollo estaba más fuertemente asociado con ganancia de peso tanto en los hombres como en las mujeres.

De manera sorprendente, esto ocurría aún cuando la cantidad de pollo consumida era mínima. Al comparar con las personas que no consumían pollo, las que comían 20 o más gramos al día tenían IMC significativamente mayores; es decir, el impacto de un equivalente a media pechuga a la semana realmente nos puede hacer engordar.

¡Esto no se explica por las calorías! Al menos, no totalmente. ¿Será que los pollos Frankenstein tienen algo que ver? ¿O que el hecho que cuando decimos pollo también decimos un montón de presentaciones industrializadas que le restan aún más valor y le agregan tóxicos que desequilibran el metabolismo?

Pollos eran los de antes

Desde los primeros pasos en la crianza de pollos en Estados Unidos a finales del siglo XIX hasta la fecha, la transformación de estos animales para consumo humano ha sido impresionante. En la década de 1920 y 1930 empezó a crecer mucho la explotación de granjas especializadas en la producción avícola y poco a poco se fue acelerando una carrera genética en una búsqueda voraz para obtener aves de mayor peso en menor tiempo y con menos requerimientos de alimentos por kilo de carne producido.

Es decir, si aún comes carne de pollo, nadie en la industria se está preocupando por la calidad nutritiva de lo que te llevarás a la boca, sino de la cantidad producida con crecientes niveles de eficiencia especulativa que solo mide el costo-beneficio económico directo.

Uno de esos pollos es el conocido como pollo “Broiler”, el más utilizado en la industria por tener una tasa de crecimiento muy rápida, una excelente transformación del pienso en carne (índice de conversión) y una carne blanca que se presenta como tierna, pobre en grasa y de muy fácil digestión.

Una conocida granja industrial argentina lo describe como “un animal muy pacífico, sociable y sedentario”. ¡Cómo si el pobre animal tuviera la oportunidad de rebelarse en las jaulas donde se lo cría en un hacinamiento brutal y una convivencia que es insoportable pero no tienen opción de moverse para matarse a picotazos!

De acuerdo a la información proporcionada por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos y obtenidos de la Agencia de Estándares de Alimentos y el Instituto de Química Cerebral y Nutrición Humana:

“Una porción de pollo de 100 gramos en 1896 contenía 16.2 calorías de grasa y 91.2 calorías de proteína para dar un total 107 calorías. Casi cien años después, en el 2004, la misma porción de 100 gramos de pollo contenía más de 205 calorías de grasa y aproximadamente 65 calorías de proteína para dar un total de 273 calorías”.

Es decir, solo 100 años hemos logrado que el animal sufra una transformación donde el contenido de grasa en el pollo subió más de diez veces mientras que el contenido de proteína bajó un tercio. ¡Esto no es normal! Si se me permite parafrasear a Joel Salatin.

Así mismo, el contenido general de calorías en el pollo hoy en día es casi tres veces mayor de lo que era hace cien años. Pues entonces, aquello de cambiar la carne roja por carne de pollo, quizá ya no sea una buena opción y la pregunta debería ser, no qué tipo de carne, sino cual es la procedencia de la carne.

Replantearnos nuestras elecciones

Insisto, como muchas veces lo hago, que soy partidario de vegetarianizar la dieta y, si no es que nos regimos por alguno de los patrones vegetarianos, al menos mantener el consumo de carnes en mínimos; en cualquiera de las tres opciones se puede llevar una dieta saludable.

Así mismo, es vital velar por el origen de los alimentos, mucho más en el caso de aquellos de origen animal, y aún más en el caso del pollo y los huevos.

Jonathan Ewald, periodista del portal Life + Health relata que, de acuerdo a la investigación publicada en Nutrition antes mencionado, que “en lo que concierne a los pollos, los autores del estudio hicieron una pregunta fascinante:

¿Será que comer obesidad causa obesidad?

De acuerdo al Doctor Michael Greger, autor del libro Comer para no engordar y citado por el mismo reportero en su artículo “Los pollos y obesidad”, afirma que:

El cóctel de selección de genes para ganancia de peso rápida, la falta de ejercicio y la disponibilidad de comida de alta energía las 24 horas del día, son una receta sencilla y bien conocida para crear obesidad en esas aves.

Otro punto a considerar es que el pollo, alguna vez considerado una buena fuente de ácidos grasos de Omega 3, hoy tiene una relación entre los ácidos grasos Omega 6 y 3 de 9:1.

Nuestra dieta occidental refinada e industrializada, se ha excedido en la oferta de ácidos grasos Omega 6 y ha provocado un desequilibrio entre los ácidos grasos Omega 6 y 3 que contribuye a que tengamos predisposición a mayores proporciones de enfermedades autoinmunes, alergias, cáncer, inmunidad deprimida o procesos inflamatorios.

Pollos enfermos, consumidores enfermos

Demás está decir que los animales criados y producidos en estas condiciones que han deteriorado, como hemos visto, su valor nutricional, además de ser obesos, desarrollan una altísima predisposición a padecer todo tipo de enfermedades, entre las que se citan:

  • Disfunción cardiovascular- lo cual lleva a fallo cardíaco o síndrome de muerte súbita.
  • Disfunción esqueletal- que conduce a dolor al caminar y cojera (debido al crecimiento rápido y la falta de espacio para hacer ejercicio)
  • Dermatitis de contacto- erupciones causadas cuando los pollos son forzados a yacer sobre su propio excremento por semanas donde hay concentraciones altas de amoniaco
  • Falta de espacio para moverse, falta de luz natural y mala calidad de aire
  • Anormalidades oculares (tales como glaucoma aviar)
  • Manejo rudo y transporte que a menudo lleva a lesión o muerte de algunas aves

Ante este escenario, las opciones no son muchas si desean cuidar y mejorar tu salud:

  • Elimine el pollo y los huevos industrializados; busca tus lípidos y proteínas en frutos secos, legumbres o algas, que con el complemento de los vegetales y los granos integrales estará bien cubierto.
  • Reduzca la cantidad de pollo, huevos y otros productos de origen animal, limitando su consumo moderado a aquellos que sean de producción orgánica y de pastoreo.

Verdad de hierro: la carne de pollo, al menos la industrializada, ha resultado ser la peor en cuanto a la asociación entre su consumo y la predisposición al sobrepeso y la obesidad.

Si te quedan ganas de comer pollo y un día de estos lo invitan a hacerlo, la pregunta es: ¿Qué pollo?

Pablo de la Iglesia

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Lino, aliado en la menopausia

Semillas de lino, aliadas en la menopausia

Uno de los principios activos más interesantes de las semillas de lino o linaza, y que ha despertado mucho interés en los investigadores, son los lignanos, una sustancia de gran utilidad para la salud femenina, especialmente durante la menopausia, por sus efectos como regulador hormonal. También se estudian sus propiedades antioxidantes y anticancerosas.

Los lignanos -nombre genérico de numerosísimas sustancias similares- son unos fitoquímicos ampliamente distribuidos en el reino vegetal; en esta ocasión nos interesan especialmente los presentes en las semillas de lino.

Al igual que otras sustancias fitoquímicas, como las isoflavonas de soja, los lignanos se aferran en las células a los mismos puntos donde lo hacen los estrógenos; este mecanismo ayuda a paliar los efectos negativos del exceso de estrógenos y reduce las posibilidades de padecer cáncer, especialmente el de mama.

Las semillas de lino, por mucho, son la fuente alimentaria más rica en lignanos, llegando a contener hasta cien veces más que la cantidad presente en otros productos; otras fuentes a considerar son las semillas de calabaza, el té verde y los cereales integrales. Después del lino, las semillas de sésamo son las segundas en importancia por su concentración.

Alivio durante la menopausia

En varios estudios realizados, pudo apreciarse que el consumo de diversas cantidades de semillas de lino favorece la salud de la mujer en periodos de menopausia. Una investigación demostró concretamente que la incorporación de 40 gr diarios de semillas de lino durante cuatro meses, es tan efectiva como la terapia de sustitución hormonal (0,625 mg de estrógenos conjugados) en la reducción de síntomas asociados al climaterio.

Se entiende que estos fitonutrientes actúan adhiriéndose a los receptores de estrógenos celulares, en forma similar a los estrógenos endógenos producidos por el propio cuerpo. Los lignanos no son tan potentes como los estrógenos endógenos; sin embargo, pueden actuar como tales o como antagonistas, dependiendo de las necesidades del cuerpo.

Cuando la presencia de estrógenos es normal o muy elevada, tal como ocurre en las mujeres en etapas anteriores a la menopausia, los lignanos actúan como antagonistas evitando los efectos nocivos que aquellos pudieran tener. Sin embargo, cuando los niveles disminuyen, tal como ocurre en la menopausia, los lignanos actúan como estrógenos débiles.

De interés: Mejorar los síntomas de la menopausia

Cómo consumirlo

El consumo de la semilla entera remojada es tal vez la forma más habitual y mi opción preferida; de esta forma aprovechamos todas sus propiedades.

Se cubre con agua una o dos cucharadas de semillas de lino y se deja reposar toda la noche; se consume por la mañana masticando lentamente.

Por supuesto, si lo necesitas, puedes comenzar con la indicación compartida anteriormente y luego continuar con esta dosis de mantenimiento.

Es ideal para combatir y prevenir el estreñimiento, pero también se aprovechan todas sus virtudes, entre ellas prevenir el cáncer de mama y, por supuesto, favorecer el equilibrio hormonal.

Pablo de la Iglesia

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Mejorar los síntomas de la menopausia

Mejorar los síntomas de la menopausia

Los síntomas de la menopausia acompañan a la mujer en el periodo en que su fertilidad desaparece.

Esto ocurre porque cesa la función cíclica de los ovarios y deja de tener la posibilidad de engendrar hijos.

Se habla de menopausia cuando ha transcurrido un año desde la última menstruación y suele ocurrir con más frecuencia entre los 40 y 50 años.

El periodo anterior se define como perimenopausia e inicia cuando los periodos comienzan a ser irregulares.

Compartimos varios elementos para mejorar los síntomas de la menopausia, que a veces, como resultado directo del estilo de vida, viene acompañada de molestias innecesarias.

Omega 3

Haremos foco en dos fuentes valiosas: aceite de pescado y semillas de lino.

Aceite de pescado

En a este tema mencionaré muchas veces a los aceites Omega 3; se trata de una variedad de nutrientes multifacéticos que son de especial interés para la salud femenina.

En general mi fuente preferida cuando se necesitan resultados terapéuticos es el aceite de pescado aún cuando procuro que mis consejos apunten a una alimentación basada en vegetales.

Para quienes optan por una alimentación vegana, las fuentes de Omega 3 preferidas -aunque de menor actividad biológica-, son lino, chía o nueces.

Lino

En este caso, el LINO también es excelente para mejorar los síntomas de la menopausia.

El aporte de ácidos grasos Omega 3 es en forma de ácido alfa-linolénico (ALA) que tiene menos actividad biológica que los ácidos eicosapentaenoico (EPA) y docosahexaenoico (DHA) presentes en el aceite de pescado, pero igual hace una diferencia a favor.

Personalmente destacaría al lino por la presencia de los valiosos lignanos.

Los lignanos son una variedad de fitoestrógenos que ayudan a aliviar los sofocos y constituyen una buena alternativa a la sustitución hormonal, más allá de prevenir la osteoporosis, el cáncer o las enfermedades cardiovasculares.

En el siguiente audio compartimos algunas propiedades adicionales sobre estas valiosas semillas: Propiedades de las semillas de lino.

En el siguiente artículo ampliamos: Lino, aliado en la menopausia.

Actividad física durante la menopausia

Como a lo largo de toda la vida, la actividad física es fundamental en la menopausia, sobre todo para mantener la densidad ósea; el hueso necesita carga mecánica para realizar eficientemente su metabolismo.

Una vez más, el sedentarismo constituye un enemigo de nuestra salud, y aunque el ritmo y la intensidad del ejercicio debe determinarse individualmente, es importante estimular el movimiento.

Alimentos protectores

Algunos alimentos con valiosos nutrientes cofactores tales como magnesio, calcio, boro, zinc y ácidos grasos esenciales son los higos secos, el sésamo, las almendras, la chía, el perejil, el berro, el pescado de mar y las legumbres.

Entre las hierbas medicinales útiles para mejorar los síntomas de la menopausia destacamos la alfalfa, el propóleo, la angélica o el lúpulo.

La glucuronidasa es una proteína producida por ciertas bacterias que proliferan cuando la flora intestinal está desequilibrada e impide eliminar el exceso de estrógenos a través de la bilis, volviendo a ser absorbidos por la sangre.

Para neutralizar la glucuronidasa podemos recurrir a alimentos ricos en glucarato, tales como la cebolla, el ajo, la manzana, las coles, la lechuga y otras frutas y verduras.

El calcio D-Glucarato se recomienda también en forma de suplementos ya que algunos estudios demuestran que su consumo favorece la eliminación, no solo de los excesos de estrógenos, sino también de otras toxinas, lo cual ofrece un beneficio amplio para la la salud.

Los alimentos fermentados como el miso, la chucrut, el vinagre de sidra, la kombucha, el kéfir y otros fermentado son probióticos que favorecen la regeneración equilibrada de la flora intestinal; estos microorganismos, en especial los L. acidophilus y B. bifidum, también neutralizan la glucuronidasa.

Realmente hay que comprender que la menopausia es una etapa normal en la vida de la mujer y por los caminos de la naturaleza podemos descubrir sus dones y evitar la excesiva medicalización que impera en estos tiempos.

Pablo de la Iglesia

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En busca de los carbohidratos saludables

En busca de los carbohidratos saludables

¿Todos los carbohidratos en la misma bolsa?


¿Carbohidratos saludables?, se preguntarán algunos; más en estos tiempos en que las grasas se vienen recuperando de su largo desprestigio.

Amados y odiados tantas veces, como si se tratara de su cualidad intrínseca y no de su equilibrio y presentación.

¿De que va eso de la dieta ancestral?

Veamos. Todo los investigadores y ponentes en el campo de la salud coinciden que el ser humano evolucionó con una dieta ancestral basada en alimentos reales. ¡Hasta ahí estamos de acuerdo sin problema!

Ni siquiera a las corporaciones de la comida ultraprocesada se les ocurriría financiar un estudio para probar hasta que medida la evolución depende del consumo de refrescos, golosinas o jugos concentrados. Pero en la era de la posverdad, todo puede ser posible. ¿O no?

Ahora cuando se trata de definir la ecuación de la dieta ancestral, cada uno pretende con convicción que su definición de la misma es la apropiada.

Bueno, a mí me parece que definir la dieta ancestral en un protocolo basado en alimentos actuales, que aunque sean reales, son muy diferentes a aquellos, es un poco pretensioso, absurdo, soberbio y hasta fanático.

¿Qué frutas? Las de antes o las de ahora mucho más dulces. ¿Qué carnes? Las de antes mucho más proteicas o las de ahora más grasas. ¿Con cereales y legumbres o sin ellos?

Realmente, lo único que podemos afirmar casi con certeza universal es que antes la alimentación era más frugal la generalidad de los días y, como dicen en España, había que “currársela”.

¡No hay manera de comparar! Por supuesto, mucho que aprender de la antropología nutricional pero mucho más aún, de la observación de nuestras necesidades para el ajuste fino.

Los carbohidratos en la actualidad

Si diría, también, que la omnipresencia de carbohidratos de alta densidad es un fenómeno reciente y está muy por encima de lo que comíamos hasta hace menos de dos siglos, tiempo en el que imperaban otros de más baja densidad como hojas, tubérculos, verduras, frutas o granos, según el escenario geográfico. ¡Y aquí nos vamos acercando a otra pieza de este rompecabezas!

Un punto importante es comprender que esa maniática obsesión por encontrar la dieta perfecta es un fenómeno reciente. En primer lugar, porque antes se comía lo que había. En segundo lugar, por que lo que había variaba muchísimo según la geografía. Y en tercer lugar, porque a muchos pueblos ancestrales les fue muy bien con dietas diversas. No como ahora que parece que fracasan todas.

Un ejemplo podrían ser los kitavanos, habitantes de las islas del pacífico occidental que llevaban una dieta altísima en carbohidratos; su alimentación se basaba en tubérculos (ñame, boniato, malanga, yuca), fruta (plátano, papaya, piña, mango, guayaba, sandía, calabaza), verduras, pescado y coco.

¿Imaginas que eran todos gordos porque comían tantos carbohidratos? ¿O diabéticos? ¡En absoluto! Entre ellos no había prácticamente ninguna de las manifestaciones de malnutrición que hay en la actualidad.

¿Y porqué? ¡Porqué todos eran carbohidratos saludables provenientes de alimentos reales!

¿Estamos? carbohidratos saludables + alimentos reales.

¿Entonces las grasas son las bandidas?

En nuestra frenética búsqueda de enunciar postulados reduccionistas, en las antípodas de los kitavanos, deberíamos encontrar que los esquimales si estarían todos gordos y enfermos cuando mantenían su dieta ancestral altísima en grasas. ¡Tampoco!

Incluso la dieta esquimal era más limitada en variedad y sin embargo medraron muy bien hasta que llegó la civilización, los alimentos ultraprocesados y las grasas industrializadas.

¿Y porqué les fue bien como a los kitavanos? Porqué todas las grasas eran saludables y provenían de alimentos reales.

¿Y ahora estamos? Grasas naturales + alimentos reales.

¿Y cuál es el secreto?

¿Entonces? Bueno, podríamos escribir un libro tratando de evaluar la respuesta de las hormonas, las enzimas, los eicosanoides…

¡Pero el primer capítulo tendría 1500 páginas y con todo lo que vamos aprendiendo por el camino habría que reescribirlo antes de terminar! Prefiero señalar un dato obvio: las dietas ancestrales basadas en comida real y local, funcionaban muy bien.

Las dietas actuales que incorporan cada vez más alimentos ultraprocesados, funcionan muy mal.

Luego podemos sintonizar más fino en función de los gustos y necesidades de cada uno, pero hay una dirección que conviene seguir y otra que conviene evitar:

⇒ Sigue la dirección de los alimentos reales.

⇐ Evita la trampa de los alimentos ultraprocesados.

Para ponerlo bien claro: no esperes que una dieta funcione si no está basada en alimentos reales.

Resuelto este punto, después verás si te conviene con más o menos carbohidratos. Pero, si no resuelves primero esto, no pierdas tu tiempo.

Presentaciones de los carbohidratos

Volvamos a los controvertidos carbohidratos.

Más allá de la cantidad de carbohidratos, lo que marca la diferencia mayor es el tipo de carbohidratos. Aquí debemos hacer una distinción que no siempre es tenida en cuenta:

Carbohidratos celulares: se trata del tipo aportado por alimentos que contienen células vegetales enteras con paredes fibrosas; su presencia se da dentro de estas células y siempre por debajo del 23% de su composición. Estos carbohidratos se encuentran en los tubérculos, hojas, tallos y frutas. ¡Tenlo en cuenta cuando alguien quiera encajarle todos los goles en contra a las patatas y los boniatos!

Carbohidratos acelulares: no contienen células enteras; esto se debe a que desde el vamos no las tienen o porque el procesado y refinado las destruye. Son los cereales, las harinas, el azúcar, que constituyen la base de la alimentación actual…; por supuesto, cuanto más mano les mete la industria más se deterioran y más desequilibrios generan en el metabolismo.  En estos alimentos la densidad de carbohidratos puede llegar hasta el 75%. ¡Es mucho si no comemos poco! En el caso de los granos integrales, por supuesto; azúcar y harinas, afuera desde el vamos.

Si se trata de identificar carbohidratos saludables, no todo pasa por el índice glucémico, sino también de su estructura que afectará al resultado de su metabolismo final.

Entonces, cuando hablamos de controlar los carbohidratos, hay que poner el freno más en unos que en otros. ¡Mastica esto para tenerlo claro! Experimenta lo que ocurre y afina en consecuencia.

La cuestión es que si tenemos un exceso de carbohidratos en el intestino, y con pronóstico empeorando a medida que aumentan los acelulares, se altera la microbiota, se estimula el fenómeno inflamatorio y a partir de allí tenemos una cascada de desajustes metabólicos que sacan de punto a todo el sistema.

Este fenómeno inflamatorio se extiende por el organismo, afecta la respuesta inmune y van generando una alteración creciente del hipotálamo y el nervio vago -receptores del efecto regulador de la leptina-, generando su resistencia, el sobrepeso, la obesidad y el síndrome metabólico. Es como comer sin frenos: tarde o temprano nos estrellaremos contra una enfermedad.


El rol del nervio vago en la sensación de saciedad


La saciedad se alcanza cuando nuestro cerebro, específicamente el hipotálamo, recibe señales precisas que viajan a través del nervio vago. Luego de comer, las neuronas vagales envían información al cerebro que le indican cuanta grasa ha llegado al hígado, en especial triglicéridos y ácido linoleico; cuando es suficiente, se produce una sensación de saciedad y el deseo de dejar de comer.

Esta es la razón por la que algunas dietas bajas en carbohidratos y altas en grasas funcionan muy bien. Sin embargo, esto no quiere decir que un exceso de cualquier grasa sea saludable; todas las grasas naturales son fisiológicas, sin embargo un exceso de grasas saturadas, también tendrán efectos proinflamatorios. Frutos secos en pequeñas cantidades, aceite de oliva virgen extra, aguacate, aceite de coco virgen extra, lino, chía, pescado de mar… siguen siendo algunas de las mejores opciones para incorporar a las comidas, favorecer el metabolismo de la leptina, mejorar el funcionamiento del nervio vago, obtener una sensación de saciedad más eficiente y ponernos en camino para bajar de peso de forma definitiva y con salud.


Orientación a favor de los carbohidratos saludables

¡No, ni se te ocurra enojarte con los carbohidratos! Cumplen funciones valiosas, el problema hemos sido nosotros que hemos roto todas las proporciones geométricas de las leyes de la naturaleza.

Y por favor, olvídate de sacar conclusiones definitivas; cuanto más aprendemos, más sabemos lo poco que sabemos. ¡Y yo primero en la lista!

Pero hay una ecuación que no me falla:

Frugalidad, integralidad con prevalencia de carbohidratos celulares, buena masticación y todo tenderá a mejorar.

Luego, en función de tu enfoque, céntrate en los carbohidratos saludables, que normalmente definimos como «integrales», y dentro de este grupo, establece una prioridad por aquellos que son celulares y te brindan mayor confort digestivo cuando los consumes.

Y por supuesto, no te pases. Controla el índice glucémico, reduciendo aquellos que lo tienen muy elevado y optando aquellos con niveles más bajos; también mantén un seguimiento de la carga glucémica total de todo lo que consumes.

Experimenta y ve perfeccionando tu mejor ecuación.

Pablo de la Iglesia

Bibliografía 
Dietas Ancestrales. Kitavanos, sanos comiendo hidratos y grasas saturadas. Directo al Paladar.
Thomas, Lili MD. Historia de la dieta Paleo. News Medical Life Sciences.
Soro, Javier. La batalla de los carbohidratos. 

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¿Vegetales? ¡10 raciones al día!

Vegetales: 10 raciones al día

Es necesario aumentar el consumo de vegetales.

En la actualidad, la OMS recomienda 5 raciones de frutas y hortalizas diarias, sin embargo un nuevo estudio del Imperial College de Londres concluye que duplicar esa cantidad sería mucho más efectivo en la prevención de enfermedades; se ha calculado que, si esto se lograra, se prevendrían 8 millones de muertes prematuras al año.

Sin lugar a dudas, más allá de cual sea nuestro estilo de vida alimentario, vegetarianizar la dieta incorporando más vegetales -con preferencia de crudos-, menos alimentos de origen animal y, sobre todo, evitando la manufactura industrial refinada, nuestra salud y la del planeta dirían ¡¡¡gracias!!!

¿Qué dicen las investigaciones actuales?

De acuerdo a un artículo publicado en la revista CuerpoMente en Julio del 2017, el consumo de vegetales en unos 800 g al día, permitiría reducir hasta un 24% la enfermedad cardíaca, 33% el infarto, 28% la enfermedad cardiovascular y 13% el cáncer.

De interés: 2 poderosas plantas medicinales contra el cáncer

Entre las frutas y hortalizas se destacan como beneficiosas citan especialmente las peras, las manzanas, las verduras de hojas verdes, las hortalizas amarillas y anaranjadas y las coles; por supuesto, como siempre afirmamos, mejor si son de cultivo orgánico y diversificamos su consumo.

Una alimentación vegetarianizada, no necesariamente tiene que excluir completamente los alimentos de origen animal, pero si reducirlos en relación a los consumos habituales; esto nos aportará los mayores beneficios de sus principios activos antioxidantes, antiinflamatorios, prebióticos presentes en los vegetales. Y, si los consumimos en crudo, nos beneficiaremos aún más con sus valiosas enzimas.

De interés: Enzimas, la chispa de la vida

Vegetales: 10 raciones al día

Duplicando las cantidades recomendadas por la OMS, un nuevo estudio sugiere que para prevenir enfermedades cardiovasculares y cáncer, diez raciones de frutas y hortalizas al día ayudaría a evitar 8 millones de muertes prematuras.

¿Cómo lograrlo?

No es tan difícil aumentar de manera saludable la cantidad de frutas y verduras. Los higienistas recomiendan comenzar el día comiendo fruta; como es sabido, con el estómago vacío esta se digiere y metaboliza mucho mejor.

Podemos repetir con una porción de fruta por la tarde, que puede ser entera, en un batido o una macedonia. Si a este le agregamos una ensalada de vegetales crujientes en el almuerzo y la cena, asegurándonos que esta constituya el 50% de nuestra comida, ¡lo lograremos fácilmente!

Agreguemos porciones de frutos oleaginosos como las nueces o las almendras, cereales integrales y legumbres, y ya habremos vegetarianizado fuertemente nuestra alimentación. Podemos consumir carnes, huevos o lácteos fermentados de buena calidad en pequeñas cantidades si no adherimos a una alimentación vegetariana; si nos lo proponemos, no tendremos inconvenientes en alcanzar un equilibrio nutricional razonable con la moderación y el sentido común como guías.

Más vegetales, menos ultraprocesados

La guía primaria es mayor consumo de vegetales y menos -¡o nada!- de ultraprocesados; para simplificar la ecuación, la recomendación que dice que el 80% de nuestros alimentos deberían ser vegetales y mayormente crudos, aunque no de manera absolutamente excluyente, sigue más vigente que nunca.

Pablo de la Iglesia