
¡No son los protectores solares! El sol es tu mejor amigo.
Este tema merece un lugar destacado porqué el sol no es el gran enemigo de la salud como muchos han terminado creyendo; además, los protectores solares realmente no sabemos bien de que nos protegen. ¿De los rayos solares? En alguna medida puede ser. ¿Del cáncer de piel? ¡Ni mucho menos!
Si bien algunas advertencias sobre el riesgo de tomar sol de manera inapropiada son razonables, mucho más lo sería insistir en el hecho incontrastable que el sol es esencial para la vida y necesariamente debemos relacionarnos con el de manera inteligente para gozar de buena salud, potenciar nuestra inmunidad y ¡prevenir y tener mayores posibilidades de curar el cáncer! De lo que se trata es aprovechar sus beneficios y reducir sus riesgos; evitar el sol es tan absurdo como no enamorarse para no sufrir por si se acaba el amor.
El mensaje del establecimiento sanitario se reduce a generar miedo en torno a la posibilidad de padecer cáncer de piel y olvidar por completo todos los beneficios que este trae. Entre otros, insistimos en ello, prevenir el cáncer si tomamos sol como se debe sin olvidar que la nutrición que nos brinda es esencial. Y evitando los nocivos protectores solares artificiales, por supuesto.
¿Y por qué los protectores solares comerciales mayoritariamente son peligrosos? La Guía del 2011 del Environmental Working Group (EWG) recomendó solo el 20% de los más de 600 protectores evaluados en Estados Unidos, considerando seguros aquellos que se encuentran libres de químicos potencialmente dañinos. Como era de esperar, la lista de los productos que deben ser evitados contiene algunas marcas muy populares que el consumidor promedio suele considerar confiable.
Con las sucesivas campañas de denuncia de las asociaciones de consumidores comprometidas, en aquel país y en otros, la legislación y las propias empresas puede haber impulsado dudosas mejoras, pero en otros eso no ocurre; si se va a recurrir a un protector solar comercial, es importante recurrir a los productos que brindan protección de amplio espectro, es decir, de los rayos UVA y UVB y que tienen ingredientes que presentan menos problemas de salud cuando son absorbidos por el cuerpo.
En cualquier caso, siempre recordemos que nuestro cuerpo necesita la exposición directa, gradual y razonable a todo el espectro de luz solar; es decir, el abuso de un protector solar, por más que su composición sea inocua, es nocivo en si mismo porque nos priva de los beneficios del astro rey. ¿Se entiende este punto con claridad? ¿O los prejuicios nos nublan la mente y bloquean nuestro entendimiento?
En base a este informe la revista Time reportó algunas recomendaciones: “Evite la oxibenzona y el palmitato de retinol. Muchos productos eficaces contienen uno o ambos componentes que el EWG específicamente sugiere evitar. La oxibenzona es un disruptor endocrino y el palmitato de retinol es una forma de vitamina A tópica que algunos estudios animales sugieren que puede estar vinculado con un aumento de riesgo de cáncer de piel.” ¡Protectores solares que la gente usa para prevenir el cáncer de piel que aumentan nuestra predisposición a padecerlo! Al finalizar el estudio el EWG concluyo: “El mejor protector solar es un sombrero y una camisa. Con esto, no hay químicos que se absorban en su piel y funcionan sin duda alguna.”
En las recomendaciones conscientes habituales, también se enfatiza el uso de gafas de sol de buena calidad, pero no abuses de ellos. ¿Porqué? Porqué el sol también debe impactar sobre nuestros ojos de manera indirecta, los más de 1500 tipos de radiaciones presentes en los rayos solares también son una fuente de nutrición que genera un impacto a través del sistema oculoendocrino. ¿Comprendes porque el sol es tu mejor amigo?
¿Qué es el sistema oculoendocrino?
Hay una relación entre la luz del sol que llega a los ojos y los equilibrios hormonales en el cuerpo, en especial de las secreciones de las glándulas pituitaria y pineal, situadas en el cerebro. Por ejemplo, se ha observado que en aquellos lugares con poca radiación solar la gente tiene una mayor predisposición a la depresión y el letargo, condición que suele llamarse Síndrome Afectivo Estacional.
En estos casos donde el sol es escaso, especialmente durante los cortos días de inviernos largos como en los países nórdicos, la solución se encuentra en la exposición de los pacientes a una luz artificial que tenga todo el espectro de la luz solar natural. Cuando el medio ambiente diurno tiende a ser oscuro, la glándula pineal segrega la hormona melatonina durante el día y produce somnolencia, letargo, apatía y depresión, muchas veces conocida como «tristeza invernal».
En algunos países, la exposición a una fuente de luz que tenga el espectro solar completo es una gran solución, sin embargo, la falta de exposición al sol con frecuencia se debe a que no pasamos tiempo en la naturaleza o estamos todo el día en la oficina expuestos al desgaste de la mala iluminación artificial de esos sitios; muchas personas solucionan esto -aún en invierno- con medidas simples como tomar el almuerzo en una plaza y aprovechar los fines de semana para pasar tiempo al aire libre.
Lo que llamamos sistema oculoendocrino es el resultado del estímulo de la luz solar en el nervio óptico y el posterior impulso nervioso sobre las glándulas pituitaria y pineal, cuyo equilibrio y buen funcionamiento dependen de esto y afecta en gran medida al resto de las glándulas y al organismo en general.
Mayor exposición, más salud
Si nos atenemos a la lectura rigurosa de los diferentes estudios, la mayor exposición al sol y el menor riesgo de casi todos los tipos de cáncer está contrastada; incluso los fumadores con mayor exposición al sol tienen una esperanza de vida similar a los no fumadores que evitan el sol. ¡Por supuesto, no tiene que ocurrir toda en un día!
El sol es tu mejor amigo cuando la exposición es gradual, continua y considerando siempre la tolerancia personal. Se estima que una piel normal puede exponerse al sol intenso durante veinte minutos sin dañarse; ese es un buen punto de referencia para limitarnos en las horas de radiación más intensa, sobre todo si no estamos curtidos por el efecto del sol y el contacto con la naturaleza.
Luego, es importante que sea continua, es decir durante todo el año, para que cuando lleguen los meses de radiación más intensa, nuestra piel tenga una mayor protección gracias al bronceado natural. Si en cambio vivimos en una ciudad, trabajamos en una oficina y no tenemos una relación de tú a tú con el sol durante todo el año, no será apropiado para la salud exponerse intensamente en las dos o tres semanas de vacaciones que nos tomamos en el verano. ¡Ahí con respeto, que hacerse amigo del sol toma su tiempo!
El límite lo marca nuestra tolerancia y eso se determina con observación y sentido común: si la piel empieza a enrojecer con un ligero tono rosado o nos molesta, ¡a la sombra! Luego iremos aumentando poco a poco la tolerancia y así experimentaremos gradualmente los beneficios del sol.
He conocido gente muy blanca que apenas tolera un minuto, ¡pues que sea un minuto!; tal vez luego de un ratito a la sombra pueda tolerar otro minuto y así hasta dos, tres o cinco veces. Al día siguiente será un poquito más y así, atentos y sensibles a lo que habla nuestro cuerpo, vamos mejorando nuestra resistencia al sol.
Vitamina D, otra gran aliada
Uno de los grandes beneficios del sol es estimular la capacidad del cuerpo para producir vitamina D.
Ten en cuenta que para que la producción de vitamina D sea eficiente necesitamos los rayos UVB y estos llegan a la tierra principalmente a mediodía. Fuera de las horas de mayor radiación nuestro organismo produce poca vitamina D y su déficit genera predisposición a alteraciones inmunitarias y mala asimilación del calcio; nada y mucho es indeseable para la salud, un poco -hasta veinte minutos normalmente- es lo más indicado para la eficiencia metabólica.
Para obtener el estímulo suficiente para generar niveles óptimos, no es suficiente con exponer las manos o la cara, debemos hacerlo con partes extensas de nuestro cuerpo; y tengamos en cuenta que después del punto de enrojecimiento, nuestra piel ya no es eficiente para producir vitamina D. ¡Es simple y con muy poco margen de malentendidos! El sol es tu mejor amigo, simplemente no abuses de él.
Tengamos presente que hasta hace poco, la mayoría de los protectores solares no filtraban los rayos UVA -que son los que predisponen al cáncer-, y si lo hacían con los UVB -qué son necesarios para sintetizar la vitamina D que protege del cáncer-. ¿Comprendes porqué decimos que los protectores solares también pueden producir cáncer? Y eso sin contar con los tóxicos que suelen incluir muchos cosméticos de mala calidad. En todo caso, si de todos modos utilizarás protector solar, consulta con un buen dermatólogo para que te indique uno que con seguridad bloquee los UVA y tenga la menor carga de tóxicos posibles.
Un festival de intolerancias
Luego, es cierto que hay gente que es extremadamente intolerante al sol. Y en el mundo de hoy tenemos cada vez más gente extremadamente intolerante a muchas cosas, tales como el gluten, la lactosa, el pescado, el huevo…, y una pequeña exposición ya genera reacciones adversas que a veces son apenas molestas, pero otras hasta ponen en riesgo la vida.
¿A qué se debe este festival de intolerancias? Simplemente a nuestro sistema de vida degradado que contaminó el agua, el aire y la tierra, a que industrializamos al extremo la producción de alimentos restando valor nutricional y agregando toxinas de todo tipo, a que estamos crónicamente expuestos a campos magnéticos… ¡Debemos agradecer a la maravillosa máquina orgánica que nos permite sobrevivir a pesar de todas estas agresiones! Pero debemos atender nuestro estilo de vida global o los problemas serán más serios cada día.
Volvamos al sol: ¿qué podemos hacer para mejorar nuestra tolerancia y que sus caricias no nos resulten latigazos? En primer lugar, cambiar nuestra alimentación. La calidad de ácidos grasos en las células que componen los tejidos es muy importante ya que de ellos depende la flexibilidad de las mismas o la capacidad de almacenar agua; las vitaminas, los minerales y las enzimas también hacen a esta mejor adaptación y la respuesta es bien simple: frutas, verduras, semillas, cereales integrales, legumbres, algas…, más los opcionales con moderación -carnes, huevos y lácteos de pastoreo y sin procesamiento-.
Alimentos frescos, vivos e integrales. ¡Verdaderamente no hay ningún misterio! Si recuperas la sabiduría que te robaron los medios de desinformación, ya verás que el sol es tu mejor amigo. ¡Y dejarás de percibir la vida como una amenaza, sino como tu gran aliada!
Reencontrarnos con los beneficios del sol
Vivimos en un mundo que nos ha llevado a creer que todo cuesta sacrificio, que el funcionamiento del universo es complicadísimo y que la naturaleza tiene mecanismos ininteligibles; tenemos que escribir libros para explicarlo de mil maneras esperando que sean útiles para encontrar una conexión con el instinto del cuerpo y la intuición del alma que son las mejores vías para reconectar con la inteligencia cósmica.
Dicho esto, la pregunta es:
¿Para qué nos exponemos al sol si lo bloqueamos con protectores solares que mayormente son tóxicos?
Y las siguientes preguntas que debemos contestarnos a nosotros mismos:
¿No sería mejor exponerse al sol evitando quemaduras con tiempos limitados en los horarios críticos, las estancias más prolongadas reservarlas para los horarios habitualmente indicados por el dermatólogo y, cuando es necesario, usar tejidos claros de telas naturales, sombreros y gorras con visera?
¿Por qué tenemos que forzar nuestra relación con la vida y la naturaleza a permanentes extremos caprichosos, irracionales, destructivos y autodestructivos?
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Pablo de la Iglesia