
Tabla de contenidos
El secreto de una alimentación consciente es buscar información de calidad, escuchar la respuesta de nuestro cuerpo a cada una de nuestras elecciones y sentir la voz de nuestro corazón; ¡esta es la perfecta combinación para tomar las mejores decisiones y a nuestra propia medida!
Ahora me pregunto: ¿alcanza con la alimentación consciente?
La alimentación saludable es esencial, un primer paso inapelable sobre el cual empezar a construir la salud.
Seguramente, la alimentación consciente y SALUDABLE era suficiente en un tiempo en el que no existían los agrotóxicos, la contaminación electromagnética o la polución ambiental, factores de riesgo de los cuales nadie puede escapar completamente.
Hoy necesitamos coadyuvantes como los nutrientes o las plantas medicinales para compensar estas amenazas omnipresentes en la atmósfera y e los alimentos; al menos si queremos aspirar a la mejor versión que nos resulte posible.
Y, por supuesto, atendiendo a otros factores que edifican un estilo de vida saludable: actividad física, contacto con la naturaleza, control del estrés…
¿No te parece?
Bueno, pero, como sea, debemos empezar por la alimentación consciente y saludable.
El camino más potente por el que florece el desarrollo y la felicidad de los pueblos es la alimentación saludable.
¿Carencia de alimentos o de educación?
Permite que lo explique con algunos datos:
¿Sabías que por cada punto que se reduce la desnutrición baja la pobreza en un 4%?
¿Y que por otra parte la reducción de la pobreza en un 1% sólo logra reducir la desnutrición en 0,25%?
Estos datos ponen en evidencia la importancia de la educación y la información de calidad para que las personas, especialmente los más pobres, se vuelvan adeptos a una alimentación consciente y utilicen sus magros presupuestos eligiendo los alimentos que les brinden la mejor relación costo-beneficio para su salud. Y por supuesto, procurar producir uno mismo al menos una pequeña parte de los mismos. ¿No te parece?
El desafío de la alimentación consciente
La desnutrición es apenas uno de nuestros problemas, cada paso que demos en favor de una alimentación consciente y saludable nos será útil para eludir las principales enfermedades como la obesidad, el cáncer, la diabetes, la hipertensión y, con ellas, las razones causales de más muertes en el mundo.
Tal como dice Miguel Leopoldo Alvarado, Lic. en Nutrición y Especialista en Nutrición Ortomolecular:
Realizando un análisis retrospectivo el sobrepeso, la obesidad y las enfermedades degenerativas se pueden explicar como un subproducto de la civilización. Observando lo ocurrido en poblaciones aisladas de la civilización, veremos que mientras conservan sus patrones primitivos de alimentación las enfermedades degenerativas son prácticamente inexistentes y que cuando adoptan una dieta compuesta por alimentos industrializados, irremediablemente aparecen las características enfermedades atribuidas a los factores de la civilización. Eso lo demostraron durante el siglo XX renombrados investigadores, quienes también advirtieron que de no tomar enérgicas medidas preventivas su incidencia y prevalencia se generalizaría en todas las poblaciones que incorporaran a su dieta los alimentos industrializados.
Comida de verdad
La dieta ecológica -o lo más que podamos aproximarnos a ella-, además, es una forma de cuidar nuestro cuerpo y a la vez el planeta -sin cuya integridad nuestro cuerpo tiene mayores dificultades para sostener la homeostasis-; elegir alimentos orgánicos y provenientes de producción agroecológica cuando nos sea posible, también nos compromete con las futuras generaciones.
Desde una mirada amplia, comer más sano y natural, puede integrarse perfectamente con otra que a la vez busque generar el menor impacto en el planeta, una cuestión que tiene muchas aristas.
Hoy podemos optar por alimentos ecológicos u orgánicos que han sido producidos a miles de kilómetros de distancia y tienen que llegar a nuestro plato a través de toda una cadena de transportes y cuidados, de la misma manera que podemos optar por alimentos ecológicos producidos en cercanías. ¡No es lo mismo! Incluso un alimento regional, “no tan ecológico”, puede ser más ecológico que el anterior. ¡Vale la pena que reflexionemos en esto! Y de esta manera desarrollar una mirada más aproximada al análisis racional del verdadero impacto de cada una de nuestras acciones. ¡Justamente en esto se define la alimentación consciente!
Es un estilo de vida, no una dieta
Seguramente muchos de nosotros hemos preparado una ensalada al mediodía y hemos aprovechado para dejar cortadas o rayadas algunas de las hortalizas que usaremos en la próxima comida; no está mal -siempre es mejor hacer eso si tenemos un estilo de vida agitado que comer algo procesado-, pero tengamos en cuenta que una vez peladas y cortadas, en contacto con el oxígeno se exponen a mayor oxidación. No se trata de todo o nada, tan solo de sentido común y una atención razonable para establecer un estilo de vida lo más saludable posible en función de las circunstancias cotidianas.
¡FRESCOS, VIVOS E INTEGRALES! Este es un buen mantra para orientar nuestra alimentación hacia un estilo consciente.
Otro sería ¡FRUTAS, VERDURAS Y SEMILLAS!, para recordarnos que la mayor parte de los alimentos debe provenir de allí. Luego, las ecuaciones son diversas y nuestra elección de los factores y su orden irá variando en función de los gustos, intereses y objetivos de cada uno.
Hay muchos lugares desde donde empezar este camino, uno de ellos es por la selección de los alimentos por su calidad.
Otro paso importante es comenzar a evitar el azúcar añadido. Si deseas seguir profundizando, puedes optar por el libro Dile adiós al azúcar.
El viaje comienza allí donde estés y tan solo con un paso.
¡Bienvenido al camino de una vida mejor!
Pablo de la Iglesia